lunes, 30 de abril de 2012

Talpa, a 90 horas de fe


  • Una cita con la Virgen del Rosario
  • Armados con sombreros, bastones y su fe, los romeros caminan días, atraviesan pueblos y la serranía, sólo para llegar a Talpa de Allende
GUADALAJARA, JALISCO (07/ABR/2012).-  Las historias que se encuentran en este texto parecen irreales y fantásticas. Sin embargo, todas tienen nombre y dueño. Son muestras de la devoción de peregrinos que cada año, durante Semana Santa, hacen un recorrido a pie de más de 90 horas rumbo a Talpa de Allende. Donde la fe abre sus caminos por veredas de Jalisco.

Marcos Valderrama es un hombre de 36 años con una toalla femenina en la mano. Abre el empaque, le quita el adhesivo y la extiende. Marcos está sentado en el terregal. El peregrino se cubre bajo la sombra de un armatoste de acero que colocó el Gobierno estatal en 2009. Luce fresco, quizá porque son las 10:30 horas. Enseña sus pies descalzos, rojos e hinchados. De su pie izquierdo escurre algo. Pus con agua.


Marcos acaba de reventar la tercera ampolla del viaje y apenas ha caminado seis horas. Comenzó a las 4:30 de la mañana, partió de Ameca. Ahora, en Lagunillas, una población a 15 kilómetros de distancia y considerada como el principio del éxodo en la Ruta del Peregrino, sabe que estas ampollas son el principio de muchas otras.

“Mira, vale. Nomás te agarras aquí (un dedo, el chiquito del pie izquierdo), te picas con una aguja… pasas el hilo y ya que se sale toda el agua. Lo exprimes bien, te curas con agua y le sigues”.

—Y la toalla femenina, ¿para qué es?

—Para usarla como plantilla. Te la pones en el tenis, absorbe todo y es mucho más cómodo.

De acuerdo con la Real Academia Española, la fe tiene nueve acepciones. La primera se refiere, precisamente a la religión católica pues la nombra como primera de las tres virtudes teologales que indican “el asentimiento a la revelación de Dios, propuesta por la Iglesia”. Luego vienen las acepciones que indican la creencia en algo. La cuarta acepción se refiere a la confianza, “el buen concepto que se tiene de alguien o de algo”. Así se puede tener fe en un médico, en un político o en un ser divino, como la Virgen de Talpa.

Quizá sea eso lo que mueve a cerca de tres millones de peregrinos que, de acuerdo con la Secretaría de Turismo, toman el camino desde Ameca hasta Talpa de Allende, durante todo el año (un millón tan sólo en Semana Santa). La Virgen de Zapopan mueve a dos y medio millones el 12 de Octubre. La Virgen de Guadalupe cinco millones el 12 de diciembre en la Ciudad de México, mientras que la Virgen de Fátima, en Portugal, cuatro millones anuales.

El trazo del peregrinar en Talpa parece sencillo, pero no lo es tanto. Si no fuera por la experiencia de peregrinos que tienen décadas caminando los mismos senderos, la tarea de cruzar cerros sería un deporte extremo. Por las noches, cuando el clima es mejor para caminar, se ve a un costado de la carretera a los creyentes con sus lámparas de mano convertidos en luciérnagas. Y en un riesgo.

El paramédico José Mota Torres dice que los servicios de emergencia se incrementan por las tardes “por insolación y dolores a causa del calor”. Por la noche, por “picadura de animales y atropellamientos, porque se van por la carretera y muchos carros no los ven”. Y no sólo eso, la fe también es imprudente: “la semana pasada atendimos un parto a medio cerro, entre la Mesa Colorada y las Majadas”.

Cástulo seguirá “hasta que se muera la fe”

Aunque oficialmente la ruta empieza en Lagunillas, a Cástulo Casillas no le importa. Tiene 11 años partiendo de Tlaquepaque, desde la colonia Las Huertas. Hoy es miércoles y sus piernas ya acumulan 78 horas de camino. Lleva bermuda, un sudadera gris con el cuello sudado, una barba que denuncia sus días sin bañarse y en las piernas mucha fuerza.

“Nosotros salimos desde allá por los favores que nos ha hecho la virgencita. A mi mamá la curó, ya le dieron tres infartos y nos la sigue teniendo con vida. Es un favor muy grande”.

Si alguien le pregunta a Cástulo cuántos años más vendrá por este camino, él saca un suero de un costado de una mochila, en la que carga un sleeping bag, atún, pomadas y agua; le da un trago y contesta “hasta que se muera la fe”.

Partiendo de Ameca, se caminan 117 kilómetros en aproximadamente tres días; descansando una hora para cada comida y de cuatro a seis para dormir. Desde Ameca a Lagunillas hay que hacerlo por un camino que combina el asfalto que quema las plantas de los pies, la tierra y el empedrado. De ahí en adelante sólo es subir y bajar cerros.

Lagunillas
Uno sabe que ha llegado a Lagunillas cuando ve el pueblo convertido en una tienda de paso. Comida económica (burritas de 20 pesos) y bastones hechos de otate, para el apoyo del peregrino. Luego la ruta continúa con el Cerro del Obispo, la Estanzuela, el Cerro de las Comadres, Mesa Colorada, las Majadas, Mixtlán, Atenguillo, Guayabos, el Espinazo del Diablo, las Cruces, Mascota, Jacales, Malpaso, Gallineros, San Rafael, Cocinas, Cruz de Romero y finalmente Talpa de Allende.

José Adán Medina, un habitante de Lagunillas de 19 años, afirma que las ventas han bajado este año. Ahora la gente ya no inicia desde Ameca ni desde ese poblado, sino que se van saltando poblaciones. No es un asunto de fe, dice, es que “la gente se cansa mucho”.

—Y cuando no hay peregrinos, ¿a qué se dedican aquí?

—A la siembra del maíz, eso es lo que se da acá.

—Y ¿cómo les fue el año pasado con las lluvias?

—Bien, llovió poquito pero se alcanzó a dar la mazorca.

—Y ahora, ¿qué van a hacer?

—Pues esperar el siguiente año a los peregrinos.

En Lagunillas, como en los siguientes poblados a lo largo de la Ruta del Peregrino, la gente vive de la fe. Venden desde sombreros y cachuchas hasta pantalones, desodorantes, comida y toallas femeninas. 

“Nosotros queríamos cerrar la calle, para que ya no entrarán los camiones hasta allá, pero no nos dejaron. Es que nosotros queremos que la gente empiece a caminar desde aquí, porque nosotros también tenemos que vivir de algo; para eso hicieron los solares esos”. El que habla es José Amado Rentería, un comerciante que ha habilitado su cochera como cocina económica y sus baños ahora son públicos, cobra cinco pesos la entrada. Se queja de que, a menos de un año, le pusieron un solar de descanso frente a su casa “pero los camioneros no respetan, no bajan a la gente ahí. Se la llevan más para adelante y así uno no puede”.

En 2008 la Secretaría de Turismo del Gobierno del Estado programó una erogación de 30 millones de pesos, más otros 10 en 2009, para dotar de albergues, miradores y servicios básicos (que van desde la señalización del camino hasta áreas de descanso, bancas, baños e infraestructura metálica de descanso) a la Ruta del Peregrino.

Del total, se programaron 10 construcciones denominadas ermitas y miradores al que el titular de la dependencia, Aurelio López Rocha calificó de un proyecto “muy singular” pues participaron firmas de arquitectura nacionales e internacionales: Ai Wei Wei (China), Alejandro Aravena (Chile), Luis Aldrete (México), Christ & Gantenbein (Suiza), Godoylab (México), HHF (Suiza), Tatiana Bilbao (México), Dellekamp Arquitectos (México) y Periférica (México).

En el número 53 de la revista Arquine, revista internacional de Arquitectura, el tema principal fue Paisajes Modificados. Ahí se lee que los monumentos tienen una razón de ser más artística que práctica. “Unos enmarcan el territorio; otros crean topografías urbanas y nuevos paisajes metropolitanos. Con estas propuestas que parten de la geometría exógena, capaz de recrear topografías artificiales en contextos urbanos, o desde los injertos arquitectónicos que dialogan con la topografía endógena de territorios vírgenes o apenas alterados por el trazo humano, descubrimos los paisajes modificados de una nueva generación de arquitectos latinoamericanos”.

La ermita diseñada por Rozana Montiel, localizada en San Rafael es un círculo en medio del bosque que estaba cercado, a cierta distancia del camino principal. De las cuatro visitadas por este medio fue la única que lucía intacta. Blanca, como en el proyecto original.

En Talpa se necesita creer en que cada año el peregrinaje crecerá. Que la Virgen del Rosario gana más adeptos cada año y que los milagros se multiplican. Eso es la fe, una fuerza que mueve tres millones de personas al año en un recorrido nada sencillo de 117 kilómetros repartidos en tres noches.

CAMINO A TALPA
Las citas

Los peregrinos acuden a Talpa principalmente en cuatro fechas religiosas: 2 de febrero, Día de la Candelaria; del 11 al 19 de marzo, durante el novenario al Señor San José; en Semana Santa y el 12 de mayo, durante la coronación a la Señora del Rosario.



CRÉDITOS:

 Informador Redacción / IGRA

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