Se tiene noción de que hacia el año 1700 ya se realizaba este acto de imponerle a la Imagen de Nuestra Señora del Rosario algunos vestidos y joyas en la fecha del 10 de Septiembre; quienes lo hacían eran llamadas las indias Tenanchis, en recuerdo de la vidente del milagro de la Renovación: María Tenanchi. En la actualidad, "las Camareras de la Virgen", mujeres que no han contraído matrimonio y que viven en fe y castidad, son quienes, después de un proceso espiritual, realizan este ritual con sumo cuidado y devoción, que consiste en despojar a la Virgen de sus vestidos y joyas, acto seguido se limpia la imagen-escultura y tras colocarla en su peana, se procede a imponerle un conjunto de vestido nuevo, que llevará durante todo el año hasta el próximo 10 de Septiembre.
Cuidadosos Preparativos
En los días anteriores a la fecha ya referida se colocan cortinajes y emblemas marianos en la Basílica; en el Camarín de la Virgen se erige el gran altar, colmado de flores, para poner la Imagen ya una vez cambiada. Cuando la imagen es retirada de su trono y conducida al Camarín inicia el ritual del Baño de la Virgen: sólo las Camareras pueden ingresar, en tanto los fieles y devotos entonan alabanzas y recitan oraciones. En el exterior de la Basílica se apostan los vecinos de los barrios de San Miguel, San Rafael y San Gabriel, que se dedican a elaborar una gran alfombra de flores, follaje, aserrín pintado, granos y semillas.
Día del milagro.
El día 10 de septiembre se anuncia la salida de la Virgen; para dar comienzo a su recorrido. La Virgen se ve radiante llevada en andas, luciendo un nuevo vestido; camina entre flores, y flores le arrojan a su paso; pero la flor más bella es Ella misma. Es llevada a la parroquia del Señor San José, donde se encuentra el pocito, donde iba a ser sepultada por encontrarse en un estado deplorable el 19 de septiembre de 1644; sin embargo, el Señor la restauró completamente. Terminado el sencillo homenaje, la procesión reanuda su marcha hacia su Basílica: ya puesta en el altar se entona la Salve en latín y se imparte la bendición; luego se deposita en su trono. Así comienza el Novenario de la Renovación, acompañado de peregrinaciones, juegos pirotécnicos, serenatas en la plaza principal, Misas solemnes, rosarios con ofrecimientos, etcétera; la novena culmina el 19 de septiembre en recuerdo de aquel lejano año de 1644
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